...Estamos aparentemente en presencia de provocaciones, de violencia non contenida;
una amarga
agresion contra un mundo bien educado, brillante, placido y uniforme.
La sangre se reparte sobre formas humanas torturadas.
Los cuerpos se distorsionan, se tienden hasta la ruptura.

Los musculos y los nervios se relajan y se abren para ofrecerse
más exacerbados y más absolutos

( esas piernas y sobre todo esas manos como flores voraces y sanguinarias ).
...El amor, el amor arrastra esos hombres y esas mujeres hacia un abismo
o un éxtasis casi místico, pero un místico del nervio de la carne viva,
hasta en su célula mas pequeña que no vive más que para gritar.
Pues esta pintura tiene la forma de un grito.
... Cada cuadro, cada cuerpo, cada rostro, cada gota de sangre,
cada dedo mutiplicado, cada gesto es un grito
con entonaciones variádas, pero perfectamente identificables.
... Pintor del absoluto, de la pureza de la intimidad lograda,
estamos lejos de la vision "del esfuerzo físico".
Y estamos tan lejos de eso que creemos poder compartir seguramente esta vision,
esfumandose para hacer frente a una sensacion de exclusión.
Deseariamos con su autor compartir "el mas alla" sentimental
de los personajes representados para ir mas lejos,
todavía más lejos, hacia el olvido y la certitud inmaterial.
Ninguna duda que la pintura es tal vez un camino.

Serge Salaun


Los colores son tenebrósos,
evidamente con un poco de provocación, tambíen de humor.
Fondo negro, cuando no esta enmarcado, carnes lívidas y pálidas.
Los cuerpos se tienden o se encogen.
En todas partes el craneo del bufon o de cualquier otro, sin ninguna importancia.
Richelet renueva el tema del hombre frente a las vanidades.
Pero donde Caravagio (por ejemplo) el que admira tanto
dirige nuestras miradas hacia un Geronimo canoso y meditativo,
Richelet nos abandona en presencia de huesos, solo,
como si en su brutalidad el pintor se dirigiera hacia nosotros sin intercesor.
En todas partes el pincel, depositado sobre la caja o deslizandose de sus dedos,
el sexo también
diciendonos que la incapacidad de amar y de crear son las mismas.
Repentinamente el vermillon de un drapeado,
del cual un anciano maestro no renegaría el calor,
nos recuerda que a pesar de todo hay que vivir.


Jean-Michel Weller


Pintor del desgarramiento

Pocos sonidos, solo una melodía melancólica muy dulce en su obra
que nos dirige al museo imaginario de nuestros sentidos inconcientes.
De los cuerpos fragmentados surgen las fuerzas de músculos.
Pero de la fuerza física de la carne mortífera que suspira,
es la fragilidad del ser que prevalece, en la fragmentación del espejo de sí.

El cuadro, el dibujo, el grabado, la obra esta irisada
por la corriente de la emoción de esta frágil construcción,
en los bordes de ritmos de nuestra propria imagen.
La fuerza del trazo actúa como un incentivo;

suspendido entre la muerte y ese último instante de vida
del desgarramiento simultáneo de la esperanza voraz de la existencia insaciable,
al placer profundo del yo encontrado en su unidad...
el tiempo del instante, de la emoción intensa.

Los cuerpos están quebrados en su belleza física,
las mutilaciones hacen eco con el espacio destructurado,
los múltiples campos de connotaciones persiguen
nuestra representación mas alla de posibles imaginarios.
Ahí reside la fuerza extraña de imágenes desgarradoras de Henri Richelet.

Bruno Saint-Arroman


HABEAS CORPUS

Henri Richelet maltrata el cuerpo. Lo comprime.
Para revelar el horror orgánico, bajo la superficie.
Il hace rugir sus entrañas a ese pobre cuerpo.
Su boca se tiende en un grito inaudible.

Los dedos, anudados, esconden el rostro que se crispa.
La vulva abierta bajo la panza floja.
El rostro esta apenas esbozado,
como si la linea de
una cadera deformada fuera mas expresiva que una mirada.

Al opuesto del imaginario actual del cuerpo sano, eternamente joven,
Henri Richelet pinta el cuerpo que se marchita.
El cuerpo temporal, dedicado a la muerte.
La mujer malaxa su seno con un gesto doloroso, lejos de toda sensualidad.
Lejos de toda obscenidad también.
Sa nuca se tensa, saca la lengüa a su reflejo.
El cuerpo esta sobre la brecha. Lanza su pié en el abismo.
El hombre duda, su puño se tiende.
Y después de todo, decide quedarse todavía un poco más.

Amigos censores, no se escondan detrás del abanico de su pudor.
Abran los ojos, ese cuerpo es el nuestro, cuando Ud ya no disimula más.

Delphine Thouvenot.
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